Una niña estaba muriendo de una
enfermedad de la que su hermano se había recuperado tiempo atrás. El médico le
dijo al muchacho: “sólo una transfusión de tu sangre puede salvar la vida de tu
hermana. ¿Estás dispuesto a dársela?
Los ojos del muchacho reflejaron
verdadero pavor. Dudó por unos instantes y finalmente dijo: bueno, doctor”. Una
hora después de realizada la transfusión el muchacho preguntó indeciso:
“¿doctor, cuándo voy a morir?”.
Sólo entonces comprendió el médico
el momentáneo pavor que había detectado en los ojos del muchacho. Y sintió una
emoción muy intensa al ver que ese adolescente creía que al dar su sangre
también daba la vida por su hermana.
¿Es ese el amor que decimos tener?
Ojalá que sí, un amor sin límites e incondicional. Un amor total que todo lo da
y no espera nada a cambio porque “la medida del amor es amar sin medida” San
Agustín.
Tomado
de Oasis – Gonzalo Gallo
Adaptado por: Sandra Ximena Solarte Ch.
Psicóloga – Jardines del Recuerdo Cali
No hay comentarios:
Publicar un comentario