lunes, 20 de junio de 2011

EL PACIENTE TERMINAL: VIVIR MURIENDO



Quizás la duda que con más frecuencia atormenta a los familiares de un enfermo terminal, y que motiva la consulta al Psicólogo, es si se le debe informar o no sobre su gravedad y el curso probable de su enfermedad.
Los familiares se ven sometidos a presiones; algunos opinan que "mamá tiene todo el derecho de saber lo que le pasa" otros que "si le decimos se muere la víspera" o " si se entera se nos va mas rápido".
Se debe promover una reunión de toda la familia, sin incluir a la persona enferma, luego de compartir información actualizada sobre los síntomas, riesgos y pronósticos de la enfermedad, se da a cada miembro la oportunidad de expresar y sustentar con argumentos su opinión a favor o en contra de decirle al enfermo. Finalmente se le solicita a cada uno que, olvidándose de su posición personal, evoque que le a oído decir al paciente; que ha insinuado o solicitado, verbalmente o por escrito esa persona en relación con la muerte; cómo es su personalidad; qué cree que el/ella desearía.
Luego de este ejercicio que aflora los sentimientos en los demás se concluye en la mayoría de los casos que ese ser querido si sabe o sospecha algo. La gran mayoría de los pacientes saben que están graves y que van a morir, aunque no lo verbalizan por temor a desatar un derrumbe emosional de la familia, por miedo, vergüenza, tristeza y vulnerabilidad. Lo saben por que en algunas ocasiones han escuchado comentarios al descuido del medico o los hijos, por la aparición de secretos o conductas no usuales en familiares, como excesiva dedicación, irritación o lágrimas que se les escapan. además del deterioro físico.
Es un hecho innegable que una familia ante la inminente muerte de un familiar abre las puertas de la comunicación y logra compartir la información de forma honesta, les permite tomar las mejores desiciones de la mejor manera, con un mejor gasto emosional y un más adecuado manejo de la situación que una familia que se calla, se oculta, se disimula y se vive intensamente pero de forma aislada el peso del secreto y del sufrimiento.
Tomado de el libro De cara a la muerte, Isa Fonnegra de Jaramillo-Editorial Planeta 2003.

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