lunes, 12 de diciembre de 2011

La muerte de un herman@.




Sin importar la cercanía que se haya tenido, la pérdida de un herman@ viene acompañada de varias situaciones que causan diferentes tipos de dolor:
El ver a los padres sufriendo, el propio dolor y el cambio radical que tiene una familia tras el fallecimiento de uno de sus integrantes.

El cómo manejarlo va acorde a la edad que tenga el o los herman@(s) sobrevivientes.

·       Cuando es menor de 12 años: son los padres o cuidadores quienes deben generar espacios en los cuales el niño o pre-adolescente, pueda expresar lo que siente y piensa tras la pérdida de su ser querido. Es normal que el niño pregunte: ¿fue mi culpa?, ¿me puede ocurrir a mí?, ¿qué va a pasar conmigo?, ya que se está afectando la estabilidad a la cual estaba acostumbrado. A los niños siempre hay que hablarles con la verdad y tratar de responder de la mejor manera, brindando información acorde a su edad sin dar más detalles de los que se necesita realmente para aclarar dudas.

·      De 13 a 25 años: en una sociedad en la que es normal encontrar respuestas estando conectados a internet o aislándose, lo más aconsejable es tener contacto con los amigos y familiares, pero en lo posible personalmente, no virtual  (ya que un abrazo, salir de la rutina le harán mucho bien). En la búsqueda de sensaciones nuevas, hay que tener cuidado de experimentar diferentes actividades que generen algún tipo de riesgo, en especial justo cuando se está en un proceso de dolor; ya que al intentar llenar un vacío emocional existente tras la pérdida, no se encontrará fácilmente una satisfacción, generando mayores vacíos, ansiedad y otras situaciones que incrementarán el sentimiento de ausencia de la persona fallecida; la mejor forma de llenar este vacío es empezando por una sanidad interior. Buscar apoyo social pero sin sumergirse en consumo de drogas y alcohol (aunque socialmente sea permitido el alcohol, no hay que caer en excesos). Es normal querer hacer las cosas que el herman@ fallecido no pudo cumplir, lo más importante es tener claridad que los sueños y actividades programadas del fallecido eran sólo de él, aunque el sobreviviente quiera cumplirlas y esto le genere paz, son dos personas diferentes, con proyectos de vida diferentes.

·         De 26 años en adelante: A esta edad los proyectos vida y la visión que se tiene respecto al futuro es diferente, lo cual ayuda a enfocarse en su núcleo familiar y así poder asimilar la pérdida y ser un apoyo para los demás familiares sobrevivientes. Tenga cuidado en sumergirse en su trabajo o actividades cotidianas para evitar el dolor. No intente vivir a la sombra de lo que su hermano hubiera querido ser.

 En todos los casos es aconsejable:

ü  Tómese un tiempo a solas para asimilar lo que está sintiendo. Luego compártalo con un familiar o amigo de confianza. Si lo prefiere busque un guía espiritual.

ü  Cambie de lugar el cuarto de la persona fallecida, dejando pertenencias significativas para cada miembro de la familia, pero las demás pertenencias puede darlas en donación. Este tipo de cambios externos ayudar a asimilar los cambios internos que está viviendo.

ü  Recurrir a los recuerdos que cada uno tiene y compartirlos en familia. Invitar a los amigos de la persona fallecida a compartir las historias de vida que tuvieron con ella es un sano ejercicio de expresión de sentimientos.

ü  Cuando se habla de recuerdos, es recordar de manera sanadora, no recordar para generar culpas.



Diana Patricia Cárdenas Zapata
Asesora Familiar de Duelo
Grupo Recordar


"No perdiste a nadie, el que murió, simplemente se nos adelantó, porque para allá vamos todos. Además lo mejor de él, el amor, sigue en tu corazón".
Facundo Cabral

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