domingo, 4 de diciembre de 2011

La muerte de un hijo


La muerte de un hijo, va ligada a la elaboración de pérdidas de expectativas y sueños de un futuro ideado por sus cuidadores. Si hablamos a nivel espiritual el mayor ejemplo de identificación por la muerte de un hijo, es la virgen María: después de cuidar con infinito amor y dedicación tuvo que ver como otras personas le arrebatan la vida a su hijo.

El tipo de muerte no interesa: violenta, por enfermedad, muerte súbita, entre otras,  ya que el dolor (perder un hijo) es desgarrador. ¿Cómo sobreponerse a una situación tan traumática?

A continuación el testimonio de una madre tras el fallecimiento de su hijo:
“creo que todavía nos queda mucho por aprender con el duelo. Cuando me decían que de “todo” se aprende algo, me ponía furiosa:  ¿ qué iba a aprender yo de la trágica muerte de mi hijo? Nada, sólo iba a aprender a odiar (…) a todos los que no supieron o no quisieron ayudarle; pero con el tiempo  te das cuenta de que verdaderamente la muerte enseña a vivir.  
Aprendes a ser más humano y más humilde. Cuando falleció Carlos, me volví insensible y mala, quería que todos los jóvenes muriesen, también sus amigos, etc., para que sus padres supieran lo que nosotros sufríamos. Con el paso del tiempo esa rabia desaparece y te haces más sensible que antes. El duelo por un ser querido te enseña cuáles son las cosas importantes de la vida, como el amor a los demás; no sólo a los seres que tienes alrededor, sino mucho más ampliamente. Piensas lo que otras personas han podido sufrir con una pérdida, ya sean padres, hermanos, esposos, novios, hijos, etc. Pensamos que hemos sido muy egoístas, no sabiendo apreciar la felicidad y bienestar que hemos disfrutado, sin darle ningún valor. Te das cuenta de la cantidad de gente que sufre en el mundo por guerras, terrorismo, hambre; los inmigrantes que tienen que abandonar sus tierras, para buscar comida en otro lugar, y de toda la miseria y pobreza del mundo. Sientes que lo que te ha pasado a ti es horrible, pero hay tantas y tantas personas que sufren.
Te haces menos materialista. El dinero y los bienes materiales carecen de importancia; eso no da felicidad. Eres consciente de tu propia muerte. En esta vida estamos sólo de paso, aunque no queramos ni pensarlo; hoy estás, y mañana… la vida es un préstamo y hay que vivirla sanamente, procurando no hacer daño a nadie.
Aprendes que no merece la pena enfadarse por pequeñas cosas. Mi marido y yo estuvimos enfadados con su hermano y su cuñada durante bastante tiempo, seguramente por una tontería. Hace tres años su hermano enfermó y su cuñada no dejó entrar a mi marido a visitarle y hacer las paces con él. Falleció y sólo pudo darle un beso después de muerto. Sufrió muchísimo y yo juré que nunca más en la vida iba a dirigirles la palabra a mi cuñada y a mis sobrinos, que ya eran mayores. El mismo día que falleció mi hijo Carlos, vinieron a nuestra casa. Podíamos no haberles dejado entrar, como hicieron ellos, pero nuestro corazón nos decía que teníamos que arreglarnos, que no merecía tener esa actitud de niños, cuando nosotros teníamos un dolor tan intenso y profundo. Además Carlos siempre nos decía que no entendía por qué estábamos enfadados y él no podía pasar las navidades con sus primos; y tenía razón, era más listo o menos egoísta que nosotros. Nunca habíamos tenido en cuenta lo que nos decía, pues era un niño, y fue su muerte la que nos hizo comprender lo que de verdad importa en la vida.
Aprendes a no juzgar a nadie “no juzgues y no serás juzgado”. Por terrible que te parezca lo que hacen algunas personas, tú no eres quién para juzgarlas; lo mismo que yo no quiero que me juzguen y digan o piensen que no he sabido cuidar a mi hijo.
Te das cuenta de las personas que de verdad te quieren y te ayudan. Ganas unos amigos y pierdes otros.
Nos hemos acercado más Dios, tenemos más fe. Vamos a misa, y reconocemos la necesidad de la ayuda de Dios, y nos hace bien.
En resumen el duelo te hace mejor persona, aunque el precio que pagas es muy caro”.
Testimonio de vida publicado en el libro: Estoy en Duelo
El duelo nos ayuda a abrazarnos a su recuerdo
 Lo más aconsejable es buscar acompañamiento espiritual y psicológico. Los grupos de ayuda le permiten dar expresión a sus sentimientos y con un profesional guiándolo, le darán las pautas para una sana elaboración de duelo. No se aísle, permítase compartir el dolor de la pérdida con sus demás familiares y amigos, recuerde que ellos también están en un proceso de duelo, por la pérdida de la persona fallecida y por ver su sufrimiento.

 Diana Patricia Cárdenas Zapata
Asesora Familiar de Duelo
Grupo Recordar

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