sábado, 19 de noviembre de 2011

Aceptar que ya no estás!


“Al día siguiente de que mi hijo Mario se suicidara tirándose por la ventana de nuestra casa, empezamos a entrar en su habitación; al principio fue duro, pues yo tenía en la mente la escena de la última vez que le vi, tumbado boca abajo en su cama diciéndome: “Mamá, vete a la cama tranquila que estoy bien, déjame solo que me estás agobiando”; y ya no volví a verle con vida. Me venía constantemente esa imagen a la cabeza y me daba mucha pena. Según iban pasando los días y continuábamos entrando, se fue haciendo más llevadero y ahora entramos diariamente. Yo me siento a escribir en su habitación, a veces leo la tele, me echo la siesta en su cama, y mi marido Juan y mi hija Caty lo mismo; eso no quiere decir que no hay días en que te emocionas con algunas cosas. Hoy por la mañana, por ejemplo, Juan ha entrado antes de ir a trabajar, ha abierto uno de sus cajones y ha visto las cartas con las que jugaban póker casi todos los días cuando estaba enfermo, y se ha puesto muy mal, ha estado llorando; pero, en general, no nos ocasiona ningún trauma entrar; yo creo que es muy importante entrar desde el primer día, pues si no, luego cuesta más.

Tenemos todas sus fotos en su habitación y también las hemos visto desde el primer día. Las vemos sin ningún problema; sin embargo, los videos que tenemos desde que eran pequeños, no los vimos al principio y yo no los puedo ver. Lo veo en movimiento, con tanta vida, y no lo puedo soportar. Sin embargo a Juan y a Caty les gusta verlo, dicen que lo ven tal como era. Respecto a la ropa sigue como él la dejó; y como no necesitamos su habitación, creo que seguirá así durante mucho tiempo. La ropa, su olor, eso me da más tristeza (…), la verdad me pregunto si eso está bien, creo que tengo que dar algún otro paso para afrontar esto y no quedarme parada en esta situación tan dolorosa”.
Historia de vida de una madre que perdió a su hijo, publicada en el libro: Estoy En Duelo. Autor: José Carlos Bermejo.

Los cambios externos le ayudan a asimilar los cambios internos que se presentan por la muerte de un ser querido. En todos los casos que existe una pérdida lo más aconsejable y para poder asimilar la realidad (el fallecido no regresará jamás), es hacer la paz con los espacios. El simple hecho de cambiar las cosas de lugar, pintar, dejar algunas prendas o pertenencias que sean simbólicas para la familia y las demás tomarlas y hacer una donación en honor a la persona fallecida, le ayudaran a expresar lo que siente con cada cambio que se está presentando. Cada cosa que haga siempre, acompáñela de la parte espiritual, en agradecimiento por todos los momentos compartidos con esa persona querida que ya físicamente no podrá ver jamás.

Tome el tiempo que necesite para realizar este tipo de cambios, no se sienta presionado, recuerde que el proceso de duelo es totalmente diferente en cada persona. Lo importante es no irse a los extremos, si las cosas como las dejó el fallecido le generan paz y tranquilidad, no es necesario recurrir a este tipo ayudas externas.  Lo importante es que tenga en cuenta que cada espacio es un símbolo de los recuerdos que vienen a su mente cada vez que piensa en su ser querido fallecido; depende de usted que esos recuerdos le atormenten o como sería el ideal, se conviertan en herramientas para su sanidad interior.

Diana Patricia Cárdenas Zapata
Asesor Familiar de Duelo
Grupo Recordar

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