Cuando su hijo tenía apenas un año, cayó enfermo y murió. Agobiada por la pena y el dolor, la mujer enloqueció, vagaba por las calles día y noche con el cuerpecito en sus brazos, suplicándole a todo el mundo con quien se topaba, un remedio que le devolviera la vida a su hijo.
Algunas personas pasaban por su lado sin hacerle caso, otras se alejaban asustadas, otras más crueles, se reían de ella, y la mayoría la tomaban por loca. Finalmente alguien le dijo que la única persona del mundo que podía realizar el milagro que ella pretendía, era un sabio, el cual por fortuna estaba de visita en su ciudad.
Así pues, fue en busca del sabio, al llegar depositó el cadáver de su hijo ante él y le dijo:
- He perdido a mi marido y sólo vivía por este hijo, pero ahora también ha muerto. He oído hablar de tu compasión, por favor resucítalo.
El sabio la escuchó con infinita compasión, y luego respondió con amabilidad:
- Sólo hay una manera de curar tu aflicción. Baja a la ciudad y tráeme un grano de mostaza de cualquier casa en la que no haya habido jamás una muerte.
La mujer experimentó un gran alivio y se dirigió a la ciudad de inmediato. Cuando llegó, se detuvo en la primera casa que vio y explicó:
- Me ha dicho un sabio que vaya y busque un grano de mostaza de una casa que nunca haya conocido la muerte.
- Tenemos sacos llenos de mostaza, pero en esta casa ha muerto mucha gente – le respondieron.
Fue a la casa de al lado.
- En nuestra familia ha habido incontables muertes – le dijeron.
Y lo mismo en la tercera y en la cuarta y en la quinta casa, hasta que por fin hubo visitado toda la ciudad y comprendió que la condición del sabio no podía cumplirse.
Llevó el cuerpo de su hijo al cementerio y se despidió de él por última vez, y a continuación volvió donde el sabio.
- ¿Has traído el grano de mostaza?
- No – respondió ella -. Empiezo a comprender la lección que intentas enseñarme. Me cegaba la pena y creía que yo era la única que había sufrido a manos de la muerte.
- ¿Por qué has vuelto? – le pregunto el sabio.
- Para pedirte que me enseñes la verdad de lo que es la muerte, de lo que puede haber detrás y más allá de la muerte y de lo que hay en mí, si algo hay, que no ha de morir.
La muerte de tu hijo te ha ayudado a ver ahora que el reino en el que estamos, tu presente, es un océano de sentimientos del cual debes hacerte cargo.
Adaptación de Reflexión Budista acerca de la muerte.
Es importante recordar que la muerte tocará a las personas que amamos en algún momento, ya sea por nuestra propia muerte o por la partida de una persona cercana. Y depende de cada uno buscar el apoyo espiritual, emocional, social, psicológico y/o familiar, para adaptarse a la realidad de la pérdida.
En esta época de celebración para muchas personas, no podemos olvidar el sufrimiento de otras y la mejor manera de ayudar es valorando lo que tenemos en nuestro presente, rompiendo con los miedos y dolores del pasado y la incertidumbre del futuro. El mejor regalo que podemos entregar ahora que se aproximan muchas celebraciones, es la demostración de importancia y afecto a las personas que nos rodean.
Diana Patricia Cárdenas Zapata
Asesor Familiar de Duelo
Asesor Familiar de Duelo
Grupo Recordar
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